¿Sabes dónde está territorio tejón?

Alfar y Natejo son una pareja de tejones que viven aventuras en Territorio Tejón. En su día a día nos enseñan valores que también podemos imitar los niños y niñas en nuestras familias. 

¡Las Aventuras de Alfar y Natejo!

Territorio Tejón

Existe un lugar en España donde se lleva al tejón por bandera. Cada calle está protegida por tejones.
Tras el atardecer en sus campos viven y disfrutan, de uno de los cielos más limpios de España.

#TerritorioTejón es Paraíso entre montañas y Capital de la Escalada, con unas instalaciones gratuitas con vías ferratas, pasarelas tirolinas y senderos para disfrutar en familia.

#TerritorioTejón está en Andalucia, en la provincia de Málaga, donde la Axarquía se convierte en Pirineos del Sur.

LAS AVENTURAS
DE
ALFAR Y NATEJO

¡Conoce el Centro de Interpretación Abierto Territorio Tejón! Alfar y Natejo están escondidos por todo el pueblo. Recorre las calles de Alfarnatejo siguiendo el camino de las huellas de tejón. Encuentra a Alfar y Natejo en el jardín botánico Arroyos, en la Iglesia del Santo Cristo de Cabrilla, en nuestro ayuntamiento, en la plaza mirador Comadrona Lucía Alba y en el complejo turístico Alfarnatura. En cada uno de ellos nos cuentan sus aventuras a través de cuentos que fomentan valores fundamentales.

          Había una vez en un pequeño pueblo de Málaga, rodeado de altas montañas, vivían dos tejones muy trabajadores llamados Alfar y Natejo. Ellos eran muy conocidos en el pueblo por construir las mejores tejoneras del lugar, y su trabajo era admirado por todos los animales que vivían en la zona.

          Cada día, Alfar y Natejo se levantaban muy temprano para trabajar en sus tejoneras, ya que construir una casa subterránea llevaba mucho tiempo y esfuerzo. Cada tejonera era única, y para construirlas, los tejones tenían que cavar túneles en la tierra, reforzar las paredes con piedras y ramas, y asegurarse de que la tejonera estuviera aislada para protegerse del frío y la humedad.

          Un día, mientras trabajaban en una tejonera para una familia de tejones jóvenes, Alfar y Natejo se dieron cuenta de que les faltaba un material importante: ramas de árboles. Sin ellas, no podrían fortalecer las paredes de la tejonera. Los tejones se sintieron frustrados y preocupados, ya que no sabían cómo iban a obtener las ramas necesarias.

Pero entonces, Alfar recordó algo que su padre le había enseñado cuando era joven: la paciencia era la clave para solucionar cualquier problema. Los tejones sabían que no podían salir de su madriguera durante el día, ya que eran animales nocturnos y se sentirían incómodos e inseguros en la superficie durante el día. Así que decidieron esperar hasta la noche para buscar las ramas que necesitaban.

          Cuando llegó la noche, los tejones salieron de su tejonera y se dirigieron al bosque en busca de ramas. Fue un trabajo difícil y agotador, ya que las ramas eran grandes y pesadas, y debían llevarlas hasta la tejonera en la que estaban trabajando. Sin embargo, Alfar y Natejo no se rindieron y continuaron buscando hasta que encontraron las ramas adecuadas.

          Después de un largo y agotador viaje, finalmente llegaron a la tejonera y comenzaron a colocar las ramas en las paredes. A medida que trabajaban, los tejones se dieron cuenta de que, aunque la paciencia había sido una virtud difícil de practicar, había valido la pena esperar hasta la noche para encontrar las ramas adecuadas. La tejonera estaba ahora segura y protegida gracias a su trabajo duro y su paciencia.

          Desde ese día, Alfar y Natejo aprendieron que la paciencia era una virtud importante para tener en la vida, ya que les permitía superar cualquier obstáculo o dificultad. También se dieron cuenta de que su trabajo duro y su paciencia habían ayudado a proteger y asegurar a la familia de tejones jóvenes, y esto les dio una gran satisfacción.

          A medida que pasaban los días, Alfar y Natejo siguieron trabajando duro en sus tejoneras, siempre recordando la importancia del esfuerzo y la paciencia. Y aunque a veces era difícil, sabían que sus habilidades y su perseverancia siempre les llevarían al éxito.

          Y así, los tejones vivieron felices en Territorio Tejón.

          Había una vez en un precioso pueblo de Málaga, rodeado de montañas, dos tejones llamados Alfar y Natejo. Eran muy conocidos en el pueblo por ser muy trabajadores y por su gran capacidad de construir sus propias casas, llamadas tejoneras.

Pero Alfar y Natejo no solo eran conocidos por su gran capacidad de trabajo, también eran famosos por su constancia. Los tejones eran animales muy dedicados a su trabajo y su familia, y no paraban de trabajar hasta que todo estuviera hecho.

          Un día, mientras Alfar y Natejo trabajaban en su tejonera, su pequeño hijo llamado Tejito los observaba trabajar. Tejito estaba muy interesado en aprender a construir tejoneras, así que le preguntó a sus padres si podía ayudarlos.

          Alfar y Natejo estaban muy contentos de que su hijo quisiera aprender y le dijeron que sí, pero le advirtieron que el trabajo era muy duro y que debía ser constante para lograrlo.

          Tejito, con mucho entusiasmo, comenzó a trabajar con sus padres. Al principio fue difícil para él, pero poco a poco comenzó a entender cómo funcionaba la construcción de las tejoneras. A pesar de que estaba cansado, no se rindió y siguió trabajando duro junto a sus padres.

          Pero un día, Tejito se enfermó y no pudo trabajar en la construcción de la tejonera. Alfar y Natejo se preocuparon mucho por su hijo y decidieron quedarse en casa para cuidarlo.

          Los días pasaron y Tejito se recuperó poco a poco. Pero Alfar y Natejo se dieron cuenta de que habían perdido tiempo valioso en la construcción de su tejonera. Sabían que debían trabajar más duro que nunca para terminar la tejonera a tiempo.

          Así que, sin importar lo cansados que estaban, Alfar y Natejo trabajaron día y noche para terminar la tejonera. Fue un trabajo muy duro y exigente, pero no se rindieron y siguieron trabajando con constancia.

          Finalmente, después de varios días de trabajo duro, la tejonera estuvo lista. Era hermosa y segura, y Tejito estaba muy feliz y orgulloso de la labor de sus padres.

Alfar y Natejo se dieron cuenta de que la constancia y el trabajo duro eran fundamentales para conseguir los objetivos. Pero también aprendieron que la familia es lo más importante, y que debían cuidar de ella siempre.

          Desde ese día, Alfar, Natejo y Tejito siguieron viviendo en su hermoso pueblo rodeado de montañas, construyendo tejoneras y cuidando de su familia con constancia y dedicación. Y se convirtieron en un ejemplo para todos los animales del pueblo, demostrando que el esfuerzo y la constancia son valores fundamentales en la vida.

          Había una vez en un precioso pueblo de Málaga rodeado de montañas, dos tejones llamados Alfar y Natejo. Ambos eran conocidos en el pueblo por su habilidad para construir las mejores tejoneras, las casas subterráneas donde vivían con sus familias.

Alfar era una tejona muy activa, siempre en movimiento y buscando nuevos proyectos. Natejo, por otro lado, era más tranquilo y prefirió tomarse las cosas con calma. A pesar de sus diferencias, los dos tejones eran amigos cercanos y se respetaban mutuamente.

 

          Un día, el pueblo se enfrentó a una tormenta fuerte que causó daños en muchas tejoneras. Los tejones se apresuraron a reparar las casas de sus vecinos, pero las cosas no eran fáciles. La lluvia y el viento dificultaban el trabajo, y el barro hacía que el proceso fuera aún más difícil.

 

Alfar y Natejo se dieron cuenta de que tenían que trabajar juntos para superar esta dificultad. A pesar de que Alfar estaba acostumbrada a hacer las cosas a su manera, aprendió a trabajar en equipo y aceptó las sugerencias de Natejo. Juntos, encontraron formas de hacer el trabajo más rápido y eficiente, y lograron reparar todas las tejoneras del pueblo antes del anochecer.

 

          La lección de este día fue que el esfuerzo y el trabajo en equipo son fundamentales para lograr grandes cosas. Los dos tejones aprendieron que, aunque era importante tener habilidades individuales, también era esencial trabajar en conjunto para superar los desafíos.

 

          Después de la tormenta, Alfar y Natejo decidieron continuar trabajando juntos en nuevos proyectos. Aprendieron a compartir sus habilidades y conocimientos, y se apoyaron mutuamente para mejorar en sus habilidades. Juntos, construyeron las mejores tejoneras del pueblo y se convirtieron en un equipo respetado y admirado por todos los habitantes.

 

          A pesar de los desafíos que enfrentaron, Alfar y Natejo aprendieron que el esfuerzo y el trabajo en equipo pueden ayudar a superar cualquier obstáculo. También aprendieron a valorar la importancia de compartir habilidades y conocimientos y cómo esto puede llevar a la construcción de proyectos exitosos.

 

          Desde ese día, Alfar y Natejo trabajaron juntos en todo lo que hacían. La gente del pueblo los miraba con admiración, sabiendo que siempre estaban dispuestos a ayudar y trabajar arduamente. Y así, la lección de la importancia del esfuerzo y el trabajo en equipo se extendió por todo el pueblo y todos aprendieron a valorarlo para lograr grandes cosas.

          Había una vez una pequeña tejona llamada Alfar y un tejón llamado Natejo, quienes vivían en un hermoso pueblo de Málaga rodeado de montañas. Ambos eran conocidos en la aldea por ser muy trabajadores y diligentes, pero lo que los hacía realmente especiales era su humildad. A diferencia de muchos animales de la aldea, Alfar y Natejo nunca alardeaban de sus habilidades ni presumían de sus trabajos

          Un día, mientras paseaban por el bosque, Alfar y Natejo encontraron al zorro Zorrojo que estaba atrapado en una trampa para animales. El zorro estaba aterrorizado y pidió ayuda a los dos tejones. Alfar y Natejo, sin pensarlo dos veces, se pusieron manos a la obra para liberar al zorro de la trampa.

          Mientras trabajaban para liberar al zorro, Alfar y Natejo comenzaron a hablar sobre la importancia de la humildad y cómo ésta les había ayudado en la vida. Alfar explicó que la humildad era una de las características que los tejones poseían y que era lo que los hacía ser trabajadores y dedicados. Natejo, por su parte, agregó que la humildad también les permitía ser amables con los demás y ayudar a quienes lo necesitaban.

          Finalmente, después de mucho esfuerzo, Alfar y Natejo lograron liberar al zorro de la trampa. Zorrojo estaba muy agradecido y les preguntó por qué habían decidido ayudarlo. Alfar y Natejo simplemente respondieron que lo hacían porque era lo correcto y porque ayudar a los demás era algo que se debía hacer sin esperar nada a cambio.

          A partir de ese día, Alfar y Natejo se convirtieron en grandes amigos de Zorrojo. Juntos, exploraron el bosque y aprendieron muchas cosas nuevas. Pero lo más importante, fue que continuaron practicando su humildad y ayudando a otros animales que necesitaban ayuda.

          Un día, un grupo de animales visitó la aldea para conocer a Alfar y Natejo, quienes eran conocidos por su humildad y dedicación. Los visitantes eran un grupo de conejos que habían oído hablar de los tejones y de sus habilidades. Los conejos se quedaron impresionados al ver la modestia y la bondad de Alfar y Natejo, y rápidamente se hicieron amigos de los tejones.

          Alfar y Natejo les enseñaron a los conejos muchas cosas útiles sobre el bosque, como cómo recolectar frutos y cómo construir madrigueras seguras. Pero lo más importante que les enseñaron fue el valor de la humildad y cómo ésta les había ayudado a lo largo de sus vidas.

          Finalmente, cuando llegó el momento de que los conejos se fueran, se despidieron de Alfar y Natejo con lágrimas en los ojos. Los conejos estaban agradecidos por todo lo que habían aprendido y por la amistad que habían formado con los dos tejones humildes.

Alfar y Natejo regresaron a su vida cotidiana en la aldea, pero ahora, gracias a su humildad, sabían que habían dejado una impresión duradera en los conejos y en los demás animales.

          Había una vez, en un pueblo de Málaga rodeado de montañas, una familia de tejones liderada por Alfar y Natejo. La familia de tejones trabajaba en equipo y se cuidaban unos a otros. Vivían en armonía y tenían unas reglas para que la comunidad fuese fuerte.

Alfar era una tejona muy sabia y respetada por toda la comunidad. Era una excelente líder, trabajaba muchísimo y siempre se aseguraba de que todos los tejones estuvieran trabajando juntos para lograr sus objetivos. Natejo, por otro lado, era el más fuerte de los tejones. Él era quien se encargaba de construir las tejoneras, que eran las casas subterráneas donde vivían los tejones.

          Un día, un grupo de tejones jóvenes decidió que no querían seguir las reglas y comenzaron a hacer su propio camino. Al principio, todo parecía estar bien, pero pronto se dieron cuenta de que sin trabajar en equipo, no podrían sobrevivir en el duro mundo subterráneo.

          Los jóvenes tejones comenzaron a tener problemas para encontrar comida y agua, y sus tejoneras comenzaron a derrumbarse. Fue entonces cuando Alfar y Natejo decidieron ofrecer su ayuda.

          Alfar reunió a todos los tejones y les explicó que solo trabajando juntos podrían sobrevivir. Les recordó la importancia del trabajo en equipo y que cada uno fuese líder de si mismo y la necesidad de seguir las reglas para mantenerse seguros. Natejo, por otro lado, se ofreció a ayudar a los jóvenes tejones a construir tejoneras más fuertes y resistentes.

          Los jóvenes tejones se dieron cuenta de que habían cometido un error al no trabajar en equipo y que necesitaban la ayuda de los tejones más experimentados. Así, comenzaron a trabajar juntos para construir nuevas tejoneras y recolectar comida y agua. Fue un trabajo duro, pero poco a poco comenzaron a ver los resultados.

          La comunidad de tejones volvió a estar unida y más fuerte que nunca. Los jóvenes aprendieron la importancia del trabajo en equipo y la paciencia. Aprendieron que no podían hacerlo todo solos y que necesitaban la ayuda de los demás para lograr sus objetivos.

          Desde entonces, la comunidad de tejones vivió en paz y armonía, siempre trabajando juntos y cuidándose unos a otros. Alfar y Natejo se convirtieron en los líderes más respetados de la comunidad, y los jóvenes tejones aprendieron la importancia del trabajo en equipo y de ser líderes al gestionar sus acciones con acierto.

          La moraleja de esta historia es que siempre es mejor trabajar en equipo que hacerlo solo. Cuando trabajamos juntos, podemos lograr cosas maravillosas y superar cualquier obstáculo. La paciencia y la perseverancia son claves para el éxito, y siempre debemos recordar que nunca estamos solos, siempre podemos contar con la ayuda de los demás.

El Buzón De Alfar Y Natejo​

Hola!!!

Somos Alfar y Natejo y estamos esperando dibujos o fotos de la naturaleza realizadas por ti!!.
Vivimos en #TerritorioTejón, en Alfarnatejo (Málaga, España) a más de 700 metros de altitud, un lugar maravilloso que seguro que te encantará.

Esperamos tus dibujos o fotos!!! Podrás disfrutar de eventos especiales en Alfarnatura como vía ferrata, senderismo u observación de las estrellas en #TerritorioTejón!!

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